domingo, 25 de enero de 2009

EXTRAÑO EN LA NOCHE

Para mis hijos con cariño.

Se había acostado muy tarde, el calor del aquel verano era insoportable y el ruido continúo de los coches en la calle no le había permitido poder reconciliar el sueño más temprano.
Eran ya las tres y veinte de la madrugada y todavía no había podido quedarse dormido, la temperatura de la habitación hacia imposible viajar hacía Morfeo y traspasar el averno, pero el cansancio hacía que poco a poco fuera perdiendo la conciencia traspasando el umbral del silencio más absoluto a la vez que éste se iba produciendo también en la calle.
De pronto, un escalofrío recorrió su espalda y le hizo dar bruscamente la vuelta en la cama. Examinó la oscuridad y sobresaltado exploró la habitación, había tenido la sensación de que en la misma había alguien con él y al sólo pensarlo se le heló la sangre.
Él había cerrado la puerta de su habitación antes de acostarse, era imposible que hubiera entrado alguien o algo sin que lo hubiese notado.
Acurrucado en su cama, indefenso, con un pijama de color blanco con dibujitos verde y de una tela muy ligera, y lleno de miedo, se pegó a la pared resistiéndose a pensar que alguien se encontraba dentro de la habitación, y trató de cubrirse la cara con la sábana y llamar…. a nadie, pues nadie lo oiría ya que vivía solo desde después de la separación de su esposa.
En plena oscuridad, sus ojos escudriñaban la habitación, hasta que distinguieron algo moverse en la oscuridad, el pánico se iba apoderando de él, y levantándose silenciosamente llegó hasta la ventana, contempló la calle desierta, y las casas grisáceas en mitad de la noche y un miedo se apoderó de su cuerpo dejándolo inmóvil en mitad de la habitación.
Se sentó al pie de la cama atento al menor ruido y sudando como un poseso esperando a que aquel ser se manifestara de nuevo en la habitación, no le tenía miedo, pero sólo al pensar de que no vivía sólo y que la casa no estaba vacía, sin saber qué era lo que le había perturbado el sueño, le producía un escalofrío impresionante.
Atento al menor ruido, y en un duermevela ante la desconfianza de aquel ser que lo atormentaba, fueron pasando los segundos y minutos, hasta entrar en un sopor que parecía no tener retorno, cuando de nuevo, un zumbido suave pero continúo lo hizo sobresaltarse de la cama. Allí estaba.
Lo veía claro y transparente, estaba allí, posado mansamente y quieto, con la mirada fija sobre él, ajeno al resto de la casa, sólo contemplaba a su víctima medio
adormilada y éste con el cejo fruncido dispuesto a su defensa antes el que tenía la culpa de aquella mala noche que estaba padeciendo.
En silencio y con parsimonia, de una forma mecánica se quitó una de las zapatillas y con una lentitud pasmosa, se fue acercando a su enemigo levantando el brazo derecho, en el cual llevaba el arma mortal, paso tras pasos se fue aproximando hasta llegar a su altura, y con una asombrosa frialdad, lanzó ésta buscando el cuerpo de su enemigo.
Después, se quedó contemplando su faena -digna de un carnicero-, y con toda la tranquilidad que en aquellos momentos se puede tener, después de cometer un asesinato, se metió en la cama como si nada hubiese pasado, mientras que el mosquito que le había perturbado el sueño, había quedado pegado en la pared como un cuadro de Miró.
Sanlúcar de Barrameda, 25 de enero de 2009.
José González Parada.

ver pdf http://www.scribd.com/doc/11404985/Extrano-en-la-noche

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